El profesor tomaba el té con tranquilidad en su despacho entre equipages y rollos de teoría. Llevaba puesto el uniforme de kendo solo falto de la armadura ya que pensaba hacer una práctica. La falta de alumnos y la excesiva tranquilidad lo dejaban entrenar lo que él quería, pero también le resultaba preocupante ya que la falta de personas a quien enseñar ponía en peligro su puesto de trabajo.
Mientras tomaba la bebida revisó otra vez la lista de participantes. Dos. A uno lo había visto una única vez y no había vuelto, a la otra nisiquiera la había visto. Aquello no era muy positivo para su empleo, pero tampoco le preocupaba demasiado.
En cuanto acabase con su té verde saldría al dojo para entrenar.