Habitación de Umiko Shikitei

Me desperté enroscada entre las sábanas. Alcé la cara con los ojos medio cerrados hacia la ventana y ví que ya era de día. Bastante de día.

-ehm.. ¿qué hora es?

Me froté los ojos y salí de la cama sin lograr mantenerme erguida.
-¿Qué fue lo último que hice...? - me pregunté llevándome las manos a la cabeza. Recordaba la máquina exprendedora, el chico loco de la pierna rota y a esa chica tan mona con un pollito en la mano. Aquel hombre que le dió algo extraño al loco de las muletas...

-¡Oh, es verdad! - exclamé- El chico me indicó como llegar aquí, vaya que amable fue... - en ese instante me acordé de la jugarreta de la pared, y ya no me pareció tan amable. fruncí el ceño.- bah, tampoco fue para tanto.
Ví mis maletas en el suelo aún sin abrir, y la ropa que llevaba estaba doblada en la silla del escritorio.
Recordé como si me hubiera dado un flash que llegué demasiado cansada a la habitación como para ordenar las cosas y directamente fui a dormir.

Caminé atolondrada hasta la pared en la que se encontraba un reloj. Ya eran más de las cuatro de la tarde...
-Jum, genial.

A pesar de llevar desde la tarde del día pasado sin comer, no tenía mucha hambre. Abrí la maleta azul donde recordaba que mamá me dejó una caja de galletas caseras. Me senté en el suelo y me las comí rápidamente.
¿Y ahora qué? Pensé. Tenía pensado colocar mis cosas por la mañana, pero a estas horas ya no me apetecía. Necesitaba distracción. El aire que entraba por la ventana hizo que cayera al suelo un papel que descansaba en el escritorio. Lo cogí con curiosidad.

Un folleto de la escuela. Eché un vistazo rápido.

Mi cara se iluminó al momento

-¡Claro!- reí - qué tonta, olvidé que tenían una.

Me puse un vestido corto de hombros descubiertos bastante cómodo y unas sandalias. Cogí mi bolsa deportiva, metí lo que necesitaba, me arreglé el pelo frente al espejo y, con la llave en mano, salí de mi habitación atoda prisa.

Llegué a mi habitación sudando y con la respiración cortada de tanto correr.
Me había quitado los zapatos tras salir de la cafetería para no molestar a nadie y ahora me dolía la planta de los pies.

A pesar de no querer hacer ruido cerré la puerta con mucha fuerza impulsivamente.

dejé caer en la misma entrada la bolsa de deporte y caminé hasta mi cama esquivando las maletas.

-Lo siento, pequeñas, pero os vais a quedar otro día más ahí en el suelo.

Me quité el vestido y me puse el primer pijama que encontré en la maleta. cogí el cepillo y me cepillé el pelo sentada en la cama de manera automática mientras pensaba en lo sucedido.

Pero pensarlo y rememorarlo sólo hacía que me doliera la cabeza. Tiré el peine al suelo, abrí la ventana para oír el susurro del viento y me tumbé en la cama.

Tenía ganas de llorar y gritar. Y así lo hice.

Me desperté por la inminente luz que entraba por la ventana.
Tenía la energía renovaba como para empezar un nuevo día con algo de ánimo.
Me recogí el pelo en un moño improvisado y me senté en el suelo junto las maletas para empezar a sacar cosas.

Cuando preparé mis maletas para venir al instituto kappa preparé mis cosas ordenandolas minuciosamente para hacerme el trabajo más fácil y rá`pido a la hora de instalarme.

Conforme sacaba la ropa (ya ordenada por temporada y colores) la colocaba en el armario, junto con el resto de cosas que traje conmigo.

Quién diría que soy pésima jugando al tetris... uff - me pasé la mano por la frente. La cosa hbía terminado antes de lo previsto para mí. Necesitaba hacer algo para distraerme. Seguía sin tener muchas ganas de pensar en... cualquier cosa.

Tampoco me apetecía encontrarme con él, peor la idea de quedarme aquí todo el dia no era una buena opción.

-Será mejor que dé una vuelta - reflexioné en voz alta.

Me puse unos vaqueros piratas, una camiseta llena de frutitas con caras y unas zapatillas simples de cordones fosforitos.

Me llevé la llave y la cartera al bolsillo y, por primera vez en mi vida, salí sin observar mi aspecto en el reflejo del espejo.

Ya era la vigésima vez que escuchaba la lista de reproducción entera.
Definitivamente necesitaba meter canciones nuevas.

Me senté en el escritorio y me puse a dibujar, peor sólo me salían horribles garabatos.

No podía evitar preguntarme qué pasó después de que Tsuke fuese al despacho del director.
No podía evitar sentirme culpable de lo que pudiera pasar.

Pero había decidido dejar que hiciese lo que le diera la gana, y no iba a echar vuelta atrás. No, no podía.

Tras un largo y plácido sueño en el que yo era plenamente feliz, el ruido de mi móvil resonó en mis tímpanos.
Cuando me acosté por la noche estube trasteanfo el móvil y me quedé dormida prácticamente pegada a él.

Me dieron ganas de estamparlo contra la pared por haber interrumpido mi feliz sueño, pero la necesidad de tener mi móvil me impidió hacerle daño.

Recordé la nota de Tsuke, razón por la que tardé más tiempo en coger el sueño, y entonces ya me sentí decaída del todo.

La cosa había ido demasiado lejos. Yo lo sabía.

Era evidente que tenía que hablar con él, pero iba a costarme mirarle a la cara.

Observé mi pórtatil azul celeste recubierto con pegatinas kawaiis, que estaba en una esquina del escritorio, rodeado de más y más chorradas a las que les tenía un gran valor sentimental.
.
Olvidé traerme el cable para enchufarlo a la luz, y la batería estaba agotada.
Decidí reír por no llorar.

En una ocasión leí una revista sobre cosas paranormales y malas vibraciones y ese tocho de bobadas que para nada me creía. Pero ahora estaba empezando a pensar en que tal vez este instituto estaba maldito o era custodiado por unos fantasmas renegados y cutres que habían tenido una mierte idiota y que nadie recordaba. Y que me estaban haciendo la existencia imposible en este lugar.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Estaba empezando a tomármelo demasiado en serio y ya me estaba asustando.

Abría el armario y el dulce olor a mora me hizó coger fuerzas. cogí unos vaqueros rotos oscuros y una camiseta con una estrella en medio.

-Las estrellas simbolizan buena suerte - recordé. Unos botines negros con garabatos cosidos de varios colores vistieron mis pies. Llevé mi pelo hacia la izquierda y me hice una coleta en esa dirección.
Un buen aspecto siempre te ayuda a sentirte mejor. ¿no?

Tras una larga ducha sentí que me quedé como nueva.
La espalda ya apenas me dolía, pero sí que molestaba.

Me tumbé en la cama mojada y con la toalla envolviendo mi cuerpo.
Me encontraba muy cómoda así, pero si no me secaba el pelo pronto podría resfriarme o a saber qué.
Busqué en el armario la mini-maleta donde guardaba el secador y otras cosas y al abrirlo reí como tonta.
Ahí dentro estaba el maldito cable del portátil

-¡Qué bien! al final sí que lo traje. -sonreí aiviada.Lo enchufé en el escritorio e inicié el ordenador. Cliqué sobre la carpeta que decía MÚSICA y le di ba reproducir.
Por otro lado enchufé el secador y me puse frente al espejo.

Empecé a cantar mientras el secador movía mi pelo.

La canción me hizo recordar al loco de Teku y entonces no pude evitar sonreír.

Pensé entonces en lo de la buena y la mala suerte, en la energías del cosmos y los espectros que lo joden todo y empecé a creer en esas cosas más de lo que lo hice los otros días.
Sólo que ahora la suerte reía conmigo en vez de reírse de mí.

Después de dejar mi pelo reluciente me puse un vestido corto de tonos azules y unas zapatillas muy cómodas. Quería dar una vuelta antes de que fuera muy tarde

Llegué a mi cuarto increíblemente rápido a pesar de ir dando tumbos de izquierda a derecha por los pasillos. Ábrí la puerta y la cerré de una patada.
Busqué entre los cajones del escritorio un pequeño estuche donde guardaba el cepillo de dientes y unas pastillas para los mareos.

-Aquí están - suspiré aliviada. Saqué una pastilla de la caja y me la tomé acmpañada de agua.
Me quité al celpa, los zapatos y el vestido y me dejé caer en la cama, que estaba frsquita por no haber cerrado la ventana.

Di varios toques en la puerta de la habitación de Umiko. Esperaba a una respuesta suya. Pregunté: -¿Te encuentras bien?- pero estaba tan cansado que me acosté apoyado en la puerta de Umiko.. "Buenas noches, Umiko", pensé.

Me desperté bastante aturdidda. El cuerpo me dolía y me costaba moverme, seguramente por dormir en una mala postura.
Me pasé la mano por la frente y me quité el sudor.

¿Cuánto tiempo había dormido? Para mí habrían sido como cuatro horas, pero sabía que había pasad muchísimo más. ¿Un día, quizás?

Gracias a dios el mareo ya se me pasó, pero seguía sin encontrarme del todo bien.
A pesar de haber dormido como una marmota a penas había descansado bien.

Cogí la botella de agua y dí largos sorbos para refrescarme la garganta.

Volví a tumbarme y cerré los ojos, intentando encontrar algún sueño que me calmase del todo...

Me levanté con un dolor de espalda que podía gritar continuamente. Pero no lo hice, ¿me acosté un día entero? No sé pero por lo visto Umiko no se levanto en todo este rato sino me hubiera echo para atrás y me hubiese dado un cabezazo.. Así que no salio todo el rato.. Me levanté y me fui a mi habitación a ducharme y a cambiarme de ropa.

Un enorme dolor me despertó bruscamente. Abrí los ojos y me encontré en el suelo.
-Aich.. qué daño... - dije con una mueca de dolor mientras me acariciaba la mano.

Me levanté y sin pensarlo fuí a la ducha, que me quitó todas las perezas.

-Quizá debería salir fuera hoy - puse los brazos en cruz - pero... ¿ a dónde?
La verdad no tenía ningún lugar pensado, y tampoco es que tuviese muchas ganas.. era sólo por hacer algo. Al fin y al cabo, me había pasado practicamente todo un día durmiendo.

Cogí unas galletas que tenía guardadas y las acompañé con un zumo.

Siempre tenía comida en el cuarto, una nunca sabe cuando puede hacer falta.

DEcidí quedarme por el instituto y tomar un poco de aire fresco por aquí.

Me puse unos vaqueros cortos, una camisa ancha y unas converse algo desgastadas ya del tiempo y salí a refrescarme.

Respiré hondo cuando llegué a mi habitación.

Llevaba días sin entrar en ella, y aunque me resultó raro.. la echaba de menos.

Después de aquella conversación con teku en el campus apenas llegué a mi habitación y me llamó mi madre por teléfono . Mi hermano estaba malo y tenían que operarlo.
Asi que sin coger nada salí del instituto a toda prisa y cogí un taxi hasta mi casa. el resto es historia.

El volver a ver mi habitación después de unos días me hizo sentir paz, como si ya todo estuviera bien.

Mientras me duchaba no podía parar de pensar en ciertas cosas respecto a cierta persona

-¿Me habrá echado de menos? - me pregunté mientras me lavaba el pelo - ¿Habrá notado mi ausencia, al menos?

Yo esperaba que sí. No podía explicar qué era lo que se removía dentro de mí cada vez que le veía.
Era como si él tirara de una cuerda que me sujeta y me hacía ir hacia él.

Salí de la ducha y me puse unos pantalones cortos anchos y una camiseta ancha para estar más cómoda. Miré mi habitación más detenidamente.

El día que mi madre me llamó salí histérica del cuarto, y lo había dejado todo más desordenado de lo que estaba antes.

Empecé a colocar las cosas mientras en mi portátil sonaba música.

A pesar de lo concentrada que estaba en mi tarea no pude evitar volver a pensar en él. Me gustaría verlo y hablar con él un rato. PEro... ¿dónde estaría? Tampoco sabía cuál era su habitación y, además, tenía un cuarto que arreglar...