Andando y andando decidí pararme en el pasillo.
Aún me dolían un poco los pies y también pensé que sentada estaría mejor.
Me pegué a una pared y me dejé caer. El suelo estaba fresquito.
Apoyé mi cabeza entre las rodillas para aislarme del mundo y me centré en la música que sonaba en los cascos.
Tras un largo rato sentada sobre el frío suelo decidí irme a mi habitación.