Llegué a la estación de tren con el cachorrito y la funda con el bate y me puse a esperar hasta que llegase el tren.
compré un par de chocolatinas y una bolsa de palomitas. Como el tiempo se alargaba le di algunas palomitas a Edo mientras yo me comía el resto. ME senté, me puse de pie, di paseos con Edo, volví a sentarme, me tumbé...Ese maldito tren no llegaba. Hasta que llegó.
- ¡Taka, tio! Pensé que no llegaba jaja- Aoi siempre tan eufórico por todo.
- Eso pensaba yo, joder- Le respondí riéndome.
- Buaaa ,¿¿y ese canijo??- Preguntó acariciando eufóricamente al lobo.
- Me lo encontré un día de paseo por el bosque. Es Edo. Pero venga, que estoy harto de estar aquí-
- "Death", tiiio...- Si, Aoi acostumbraba a llamarme Shi y a veces lo cambiaba por la palabra inglesa. Debía molarle o algo. Huzo un gesto para hacer nuestro saludo. Sonreí de medio lado y dejé al cachorro en el suelo. Lo sabíamos de memoria, lo empleábamos desde críos. Choque de puños, entrelazar los dedos a modo de pulso chino, un par de virguerías con el pulgasm separar las manos, juntas las palmas entrelazando pulgares y meñiques, separarlas, juntas los dorsos de las manos entrelazando los mismos dedos, unimos finalmente las manos en un choque corriente, nos juntamos como encarándonos sin soltar las manos y, con las manos libres chocamos los puños como si se tratase de un gancho de derecha al tiempo que soltamos las manos unidas.
- Bienvenido Aoi-
- ¡Vamos a armarla!- Reímos con su última frase y yo recojí al cachorro para ponernos en marcha.
- Traerás algo para pasar la tarde, ¿no?- Preguntó incrédulo.
- ¿Estás cegato?- Reí con sorna enseñándo el hombro donde llevaba el bate.- Y supongo que ahí no llevarás la merienda precisamente- Reí señalando su abultada mochila, donde llevarías los patines, con la cabeza.
- ¡No puedo moverme sin ellos! No entiendo como pudiste dejárme los tuyos antes de irte-
Y entre risas, coñas y planes nos piramos de la estación que ya me tenía hasta las narices.
*se van*