Cuando uno mira poco no sabe donde acaba

Entré por el instituto un poco a tumbos, dibagando y riéndome solo por la pelea o los comentarios de la gente. Al ir apoyándome en todas las puertas, claramente alguna tenía que ceder. Mi suerte era así de justa en todos sus ámbitos. Caí de morros a suelo sin saber muy bien donde estaba y traté de levantarme como pude. Tenía la chaqueta a medio poner, el labio partidos y el moflete derecho algo inchado. Creo que me habían salido algunos moretones porque empezaban a dolerme los brazos.

- ¿Y qué bonuito sitio es este...?- Dije al aire con tono jocoso y sin pronunciar del todo bien. Caminé unos pasos y acabé tirado en una silla.

- Buaaa una guitarra...Que guaapppa- Agarré el aparato y empecé a puntear a lo bruto. Si ya se me daba mal sobrio, ahora ni te cuento.

- Una sensación hiriente se balance en la fría habitacióoon...Una húmeda y afilada punta de lanza es sacadaaa...jejeje- Empecé a imitar el sonido de una canción que me gustaba y a cantarla de forma bastante horrible. Pero me reía más perversamente de su significado que de mi "graaan" actuación.- ¡Los momentosss se disipan como fuegos artificialeees! ...Quemándose mutuamente...En una ruina de escombros...- Las últims frases las grité y fui bajando el tono hasta acabar susurrando con gran seriedad. Paré de tocar unos segundos.- ...Gentilmente- Rematé la estrofa y, tras unos segundos, seguí maltratando al instrumento con la canción.

Caminaba por la calle, pasando junto al instituto. Entonces escuché un terrible sonido, siilar al de un gato al que le arrancan las tripas mientras rallan una pizarra con las uñas, saliendo de dentro del edificio. Pensé en llamar a la policía pero... No sabía japonés.

Decií entrar a investigar -colándome, por supuesto- y averiguar qué pasaba. Siempre podía llamar a la pasma luego.

Al entrar seguí el "canto angelical" hasta una habitación. Al entrar, mire al chico que había dentro, de piedra.

- ¿Keiji-kun?

Esperaba a cualquier persona del mundo, excepto a él y a varias más que, por razones obvias, tampoco podía esperar allí (como mi madre y así).

Miré al chico con severidad.

- ¡Keiji-kun!

Mientras balanceaba la cabeza como si mi cuello fuese de goma, seguía con mi estruendoso cántico y me reía por diversas razones haciando que acabase dejando mal dichos o inacabados muchos versos.

Entonces escuché que una chica me llamaba y levanté la cabeza con desgana. No fui muy consciente de quien era ya que estaba todo oscuro.

- ¿Qué pasa? ¿Es que quieres una paliza?- Comenté a la silueta desconocida con voz pegajosa y palabras mal pronunciadas. Al final dejé la guitarra a un lado y me levanté para acercarme. Bandeaba un poco todavía, pero me sostenía bastante bien. Al estar a unos cuatro metros fui consciente al final de quien era. ¡Era An! ¡Ooh, An! Vaya...

- ¡Aaaan! ¡Que alegría veeerrte! Escucha, cuando lei la nota del otro día flipé un poco, ¿sabes? jajajaai Tienes que explicarte mejor, querida. Es que yo soy un poco mal pensado, ya sabes y..jejei- Era una sensación algo rara. No tenía vergüenza alguna hablándole así y me ponía muy contento encontrarla.

Fruncí el ceño mientras lo escuchaba. Lo entendí a medias, pero bastó para captar lo general del mensaje.

Suspiré.

- No sé explicarme... -murmuré de mala gana.

¿Estaba borracho?

La miré con extrañeza e indiferencia, no se, la mire raro realmente. Al final suspiré y subí los brazos en forma de resignación.

- Ya, como siempre...- Comenté algo fastidiado dándole la espalda y volviendo a mi silla.- ¡Eso te exime de muchas responsabilidades, ¿no?!- Grité, ahora que estaba más lejos de ella. Volví a cojer la guitarra, pero esta vez lo hice con más delicadeza. Levanté la cabeza nuevamente para aclarar.

- Y sí, estoy algo borracho, ¿vale? Eso también me exime a mí de muchas cosas...-

Apreté la mandíbula, molesta, al oír sus gritos: un claro reproche hacia mí. No estaba segura de si debía alegrarme o no de no entenderlo.

Arrugué la frente y murmuré un par de quejas en noruego. Luego pensé:

- Tranquilízate, Takashi-kun...

¿Cómo decirle algo si no sabía?

Vi como tomaba la guitarra y suspiré. ¿Aquello estaba bien...?

Toqueteé las cuerdas de la guitarra hasta que me aburrí de mi incompetencia y la dejé en el suelo, quedándome en la silla con la cabeza hacia atrás. Me di cuenta de que an estaba en el mismo sitio y la miré nuevamente.

- ¿Vas a estar ahí mirando todo el rato?- Comenté en un principio.- Deberías correr a avisar a algún profesor o vigilante de los disturbios...- dije más tranquilo y resignado, sin intención de escapar si pensaba hacerlo. Si era normal, lo haría.

escuché sus palabras sin dejar de mirarlo. Tras unos segundos pensando, me acerqué a él y tomé la guitarra que había dejado en el suelo.

- No lo haré...

Toqué un par de acordes, ninguna canción en especial, mientras pensaba.

- Tranqui...

Levanté la cabeza al ver que se acercaba cojiendo la guitarra y me senté de una forma más compuesta, apoyando los codos en las rodiallas.

- Wow una cómplice...- Reí cuando comentó que no avisaría a nadie. Era una tia bastante enrollada además de buena. La miré entonces curioso por el instrumento.

- ¿Sabes tocarla?- Ya sería la leche entonces, yo llevaba mucho tiempo por la lavor de ponerme a aprender pero, siempre acababa por no hacerlo.

Cerré los ojos unos segundos. Entonces, pensé un rato más hasta que una canción simple vino a mi mente. Era de un anime que vi hace tiempo.

Las notas comenzaron a sonar cuando rasgué las cuerdas. Cuando llegó el momento adecuado, mis labios se despegaron.

"¿Cuántas lágrimas voy a tener que derramar
por cada corazón hasta encontrar el amor verdadero?
¿Quién me ayudará a encontrar el amor verdadero en cada corazón
hasta que encuentre el que busco?

He sentido miedo en las largas, largas noches...
Deseaba ser una distante estrella...

En medio de esta vida que sigue su rumbo
nosotros buscamos el amor.
Quiero hacerme fuerte.
Hoy, de nuevo, he alzado la vista al cielo."

Callé de pronto, al pillar el tema de la canción, tal vez demasiado tarde. Inmediátamente, me puse a buscar una que hablase de vísceras y cerebros, sin encontrar algo parecido.

En cuanto emepzó a tocar miré con curiosidad, sus dedos se deslizaban de forma genial sobre las cuerdas y eso me hacía envidiarla. (pero de esta envida buen, claro) Cuando empezó a cantar la miré a la cara, asombrado. La combinación de su voz y forma de tocar era estupenda y me quedé casi hechizado por la escena. Además la letra parecía darla un sentimiento profundo.

No se si era yo que estaba borracho o que, pero me pareció que brillaba en comparación con la habitación. En cuanto paró tardé unos instantes en volver al mundo.

- Eres fantástica...- Comenté en tono bajo pero manteniendo mi cara de asombro.

Bajé la mirada avergonzada ante su mirada.

- Idiota... -murmuré-. De drukken og barn aldri lie ... "Los borrachos y los niños nunca mienten..."

Dejé la guitarra a un lado, ligeramente ruborizada. Aquello no estaba bien... No estaba bien... ... No lo podía estar...

Fruncí el ceño extrañado debido a su actitud, si apenas prestar atención a sus farfulladas en dinamarco o noruego...Eso, sí, norueo...

- No tienes que avergonzarte si lo haces bien- Comenté con preocupación- Mírame a mí, soy un negado y aún así torturo tímpanos sin miramientos...- Paré unos segundos para intentar encontrar su cara y acabé levantándome y poniendo los brazos en jarra.

- ¡Deberías estar orgullosa! ù,u Uoouow...- Mi tono de seguridad se chafó un poco cuando perdí el equilibrio y casi caigo hacia delante.

Sus palabras, y los gestos que las acompañaban, me hicieron reír, aunque prácticamente no lo entendí. De todas formas, hice una leve reverencia de agrdecimiento ante sus halagos.

De pronto, el alcohol -el idioma del alcohol es internacional- que había ingerido hizo que se precipitara hacia delante. Di un par de pasos hacia él, tratando de impedir su caida, aunque me detuve a poca distancia cuando vi que él solo lograba mantener el equilibrio.

Suspiré aliviada y lo miré, pensativa. Al día siguiente pagaría lo bebido con dolor.

Reí al ver que le hacía gracia y acabé evitando mi caía con una última zancada que, junto a su avance, me hacía quedar a poca distancia de ella. Era curioso estar tan cerca, ¿no? Como cuando subes al tren y la gente está tan apretada que sin quererlo te quedas a unos pocos centímetros de alguna colegiala de otro instituto.

- An... ¿Yo te agrado?- Susurré con calma mientras la miraba manteniendo la distancia. No era una pregunta trampa ni algo tipo "¿te guto o prefieres al de 3ºB?" Simplemente quería saber qué clase de persona podía parecerle. Porque realmente yo no valía mucho como amigo siquiera...Solo había que mirarme ahora.- No sé si es por el alcohol...pero te veo realmente blanca...Como la porcelana-entornando un poco los ojos pasé un dedo por su megilla.

Lo miré y sonreí. Me alegró que no se haya caído... Pero estaba cerca... Y aunque de la segunda frase solo entendíla palabra "blanco", pude intuír su significado.

En cuanto a la pregunta... Logró sonrojarme. Dudé de que pudiera ver algo blanco en mí, realmente...

Su dedo se deslizó por mi piel.

Estaba borracho. Estaba borracho.

Asentí.

- Me agradas...

¿Por qué negarlo? Me caíabien. Si no me cayera bien, no le hubiera dado galletas. Las galletas son de esas cosas que se les dan a los que te agradan, ¿no?

Sonreí con cansancio y me separé un par de pasos, no sin perder un poco el equilibrio de nuevo.

- Eres demasiado buen, An. No me gustaría que algún mamón acabase espimiendo tus cosas buenas- Me tambaleé un poco más mientras me dirigía a la puerta.

- Aunque, eres una chica demasiado lista- Al final aabé tropezándome con algún trasto de música y caí de morros como cuando entré. Solo que esta vez me hice algo más de daño.

- Mierda de trastos...

Sus palabras, de nuevo, me resultaban ambiguas, pero no podía evitar sentirme extraña. Entonces, de la misma forma que se acercó, se alejó de mí. Yendo hacia la puerta, tropezó y cayó. De nuevo, fui juntó a él.

Me salté un "¿Estás bien?" cuya respuesta sería "Sí" y le tendí una mano.

- ¿Te ayudo?

No estaba dispuesta a aceptar un no, por lo que mi mirada reflejó cierta severidad mientras lo taladraba.

Cuando se acercó a mí la miré desde mi posición y comprobé que no podía negarme. Tampoco quería...

- Gracias- Dije mientras me ayudaba a levantarme. Me fijé en la dureza de su mirada y ya tuve que soltarlo- Lo siento...- Otras vez una disculpa. Si es que solo vivía de disculpas últimamente. "Por idiota" Gracias yo...

- Que suerte que has tenido hoy, ¿eh?- Comenté ironicamente al final, riendo.

Lo miré, tras ayudarlo a levantarse, y me encogí de hombros antes de enarcar una ceja, pensativa.

- Siempre es... Bien... Verte...- murmuré con dificultad, suavizando mi expresión.

Lo miré de nuevo. Si seguía cayéndose...

- ¿Te ayudo hasta habitación...? - ofrecí.

Solté un amago de risa incrédula y luego la miré interesando ante su propuesta.

- Cómo no...- Respondo seguro mientras me ayuda a mantenerme en pie.

Podía apoyarse en mí siempre y cuando no lo hiciera en exceso, pues tampoco era una súper mujer heroína, o así. Podía ayudarlo a no tambalearse, sin embargo.

Le ofrecí mi hombro con un gesto. Cuando vieran el desastre que había causado con los instruentos, se enfadarían. Suspiré.

- Vamos... -murmuré.